Esta vez voy a contar intimidades. Profesionales, pero intimidades al fin y al cabo. No, nadie me ha creado una canción que hable de relojes o coches de varias marcas, en todo caso serían marcas de micrófonos. «Eres un micro de tómbola y te crees un U87».
Voy al tema. Hay muchas personas que quieren dedicarse al mundo de la locución y el doblaje. No hay más que echar un vistazo a los centros y academias que ofrecen todo tipo de cursos, cursillos, talleres intensivos, etc. Tienen una demanda brutal y las aulas se llenan de personas que quieren usar su voz para ganarse la vida con ella.
Al pájaro que sabe volar, le da igual que se parta la rama sobre la que está posado.
Desde siempre me ha gustado y atraído el hecho de jugar con la voz. Me encantaba imitar las voces que salían en los dibujos o películas que ponían en la tv, y lo que al principio era sólo un juego se convirtió, por cosas del destino, en mi manera de ganarme la vida.
Digo esto, porque volviendo a lo que se enseña en las academias, si has estado en alguno de esos cursos habrás salido encantado con la experiencia, y tendrás mil ganas de poner en práctica todo lo aprendido y empezar a ganarte la vida como locutor o actor de doblaje. Pero quizá lo que no se cuenta, o no tanto al menos, es que es un trabajo en el que hay que ser perseverante. No sólo vale con tener buenas aptitudes vocales, sino que vas a necesitar también prepararte para una maratón, no tanto en lo referente a la intensidad, que a veces también, sino en lo que compete a la duración, al tiempo que serás capaz de aguantar. Aguantar facturando poco o nada, aguantar los papeleos mensuales, trimestrales, de cierre de año… Aguantar la soledad del locutor online, aguantar que nadie se acuerde de ti en las convocatorias, aguantar que te rechacen no una sino varias veces, aguantar, aguantar…
Por eso escribo sobre la constancia, la perseverancia, porque a mi al menos me ha funcionado. Os cuento:
Empecé allá por el 2004 recién licenciado en comunicación audiovisual, en una nueva emisora de radio municipal. Buen sueldo, a 10 minutos caminando desde casa, un proyecto que había que sacar desde cero… Todo apasionante e ilusionante, sobre todo para un recién licenciado.
Aprendí muchísimas cosas. Mientras tanto, seguí formándome en actuación, locución y doblaje. No había postureo en todo aquello, era la realidad y era muy buena.
Años más tarde hubo cambios en aquel ayuntamiento y decidieron cerrar la radio. Había que reinventarse tras 12 años. Así que me tuve que plantear qué podía o quería hacer. Todo me llevaba a seguir trabajando con la voz. Podía quedarme varios años cobrando el paro y pensar en encontrar otra cosa, o simplemente tomarme un año sabático, pero los de mente inquieta no podemos estar parados y decidí montar mi propio homestudio profesional.
Una vez ahí, lo difícil es conseguir clientes. Te mueves, piensas, creas, haces, llamas, grabas, vuelves a llamar, vuelves a enviar, poca gente te contesta, las llamadas no parece que consigan nada, sigues grabando, demos, más demos, otro mailing, mejor acogida, alguien te dice bueno tal vez… Te topas con muchos NO. Visitas estudios de tu zona, con tu pendrive lleno de demos grabadas con muchísima ilusión.
-¿Me haríais una prueba?
– Bueno, pero la cosa está muy mal.
Te hacen una prueba. Te dicen el consabido «ya te llamaremos». Pero en este caso fue verdad, me llamaron 3 de los 4 estudios que visité, casi pleno al 15! En dos fui empezando poco a poco, en el otro grabé dos o 3 takes (hablo de doblaje) y después de eso me dijeron que no estaban para perder el tiempo con gente que estaba empezando. Del cuarto estudio me dijeron: «Tienes una voz poco competitiva».
A partir de ahí. Sinceramente, muchas dudas, inseguridades «quizá no valgo para esto». Pero paralelamente iban apareciendo nuevos clientes, algo de ilusión al fin y al cabo para rellenar la barra de vida.
En 2 de esos 4 estudios seguí trabajando, cada vez con un poco más de presencia. Mientras, desde mi homestudio, trabajos para marcas de primer nivel: Nike, Kyocera, Audi, Netflix, AMC, Canal Historia… Parece que eso funcionaba!
Un par de años después. Volví a llamar al estudio donde me dijeron que no estaban para perder el tiempo. Les pregunté si podría hacer otra prueba y me dijeron que claro que sí. Al menos esta vez no me cerraron las puertas a la mínima. Así que allí me presenté. La prueba consistió en doblar varios takes de diferentes géneros (documental, animación en euskera, y personaje muy dramático en serie de imagen real).
¿Y qué crees que pasó? ¿Me volvieron a decir aquello de «no estamos para perder el tiempo»? ¿Me dijeron que no valía para esto? ¿Me espantaron con el «ya te llamaremos»? Felizmente nada de eso, me dijeron que había tenido una evolución tremenda, que defendí cada take de una manera genial y que me pasaba de la lista de aspirantes, a la de actores de doblaje de pleno derecho. Punto y partido para mí.
En resúmen. No te fíes de todo lo que dice Mr. Wonderful o Paulo Coelho. Como lectura optimista a veces está bien. Fíate de tus instintos, de tus capacidades, entrena, practica, mejora, cree en tí sobre todo cuando alguien te diga que no debes hacerlo. Sé constante y trabaja cada día para conseguir eso que te propusiste, cuando no había otra salida. Y si lo intentas con toda tu alma y aun así no sale, no te preocupes, vuelve al punto de partida. Porque como alguien dijo: «Al pájaro que sabe volar, le da igual que se parta la rama sobre la que está posado». Y así ando yo, de rama en rama.