En un anterior post, hablaba de lo que hacemos los locutores online cuando no estamos grabando. Una de las cosas que apuntaba era la de hacer mailings. ¿A quién?
A los posibles clientes que creas pueden estar interesados en trabajar contigo. No se trata de enviar una parrafada hablando de ti y de lo bueno que eres, que también, sino sobre todo, mostrar lo capaz que eres de ayudar a tu cliente a transmitir su mensaje de la mejor manera posible, a convencer, emocionar, informar… Así que hoy os hablaré de mis mailings como locutor online.
Lo que siempre he tenido claro a la hora de trabajar mi propia identidad de marca y mi propio marketing, es que debía ir todo en consonancia con colores corporativos, orden, brevedad, cierto impacto, y sobre todo trasladar esa idea de profesionalidad, desde que comienzas un proyecto hasta que lo acabas, y aún más, hasta que el cliente te traslada su opinión y conformidad con el servicio. Esas son mis señas de identidad.
Se trata de mostrar lo capaz que eres de ayudar a tu cliente a transmitir su mensaje de la mejor manera posible.
Por eso en esta imagen he intentado condensar esa evolución. Ya desde el principio trabajando con diseños de mailing que dieran esa sensación de orden, y trabajo bien hecho.
Decir que la segunda campaña (en la foto se ve un hombre con el plátano), me trajo grandes satisfacciones, ya que conseguí lo que me propuse, que era llamar la atención de quien lo recibiera, y que viera mis demos o visitara mi web. De hecho varios destinatarios me felicitaron por su originalidad. Well done!
También aparece una campaña navideña en la que a parte de las demos más recientes, quise felicitar a mis clientes con una divertida video-felicitación.
La última, es la más reciente, con un formato mucho más breve, limpio y en el que se ponen en valor las demos y los reels.
En resumen. Quizá otro día hable de lo que pienso que es importante, bajo mi punto de vista, a la hora de hacer un buen mailing. En este caso quería poner en valor, ese otro trabajo de las locutoras y locutores que no se ve, que los clientes muchas veces (por no decir siempre) no valoran, y que cuando damos un presupuesto, ese precio lleva tras de sí, mucho más que una simple voz o como algunos te dicen: «¡Pero si es sólo leer!»
Por cierto ¿Cuál de ellos te gusta más o te parece más acertado?